jueves, 4 de abril de 2019

Material de coleccionista

Palabras: tebeos y austrohúngaro.

Este ¿relato? es un poco distinto porque, después de un subidón de autoestima literaria, @AngryTebeos me propuso no una, sino DOS palabras y, en vez de hacer dos relatos distintos, he decidido hacer un ejercicio de binomio fantástico y al final ha salido algo que no es un relato ni se que coño es. Pero se lo dedicó a él.

El Imperio austrohúngaro fue un Estado Europeo que surgió en el año 1867 y perduró hasta el final de la Primera Guerra Mundial en 1919. Y, ¿qué se puede decir de este Imperio que no se sepa ya? En su mayor auge, logró alcanzar una población de más de cincuenta y dos millones de habitantes, hacinados en unos seiscientos setenta y cinco mil kilómetros cuadrados de extensión. Tenía un gran ejército, tanto de tierra como de aire y mar, y en el arte… ¡ay, el arte! Fue la cuna del período Biedermeier del diseño y la arquitectura y acogió formas tardías del Art Nouveau. Y, ¡por Dios! Fue el hogar de figuras de la historia de la música tales como Strauss, Beethoven o Schubert. Y, en general, en cualquier aspecto, es innegable su influencia y producción artística.


Hay, sin embargo, un extenso campo artístico que se olvida con casi ofensiva naturalidad, que es la masiva producción austrohúngara en el campo del arte secuencial y, en definitiva, el cómic.


Es extraño como un material de coleccionista de tan alto valor tiene tan poca presencia en el imaginario de la cultura pop que rodea al mundo del tebeo en la actualidad y me parece terrible la idea de que, poco a poco, nos estemos olvidando de los grandes clásicos que nos han llevado hasta este punto.

Y es que en el Imperio austrohúngaro se produjeron multitud de cómics de terror, siempre autopublicados, por supuesto, con grandísimas historias como la que escondía el misterioso cómic de vampiros la invasión de Transilvania, del que no se puede despegar cierto tinte político, al igual que en el fantasma del sufragio, cómic propagandístico en los que se alertaba sobre los peligros del voto universal, por supuesto, siempre masculino.

Pero en el tema de propaganda, todo se queda lejos de los grandes cómics bélicos Ángel y Grifo, Grifo y Ángel, en el que las figuras del escudo de armas del imperio se transformaban en unos adorables avatares que se enfrentaban brutalmente al enemigo en la guerra de los Balcanes. En esta línea es también muy recomendado el más juvenil el pequeño Otto de Hasburgo-Lorena, que seguía las aventuras del joven príncipe durante la Primera Guerra Mundial y que quedó, tristemente, inconcluso.

Por supuesto, se en lo que debéis estar pensando y, sí, por supuesto que voy a hacer mención a la mítica obra las aventuras del Capitán Dalmacia y su joven compañero Dalmacín, que ha definido el cómic de superhéroes actual y seguía, casualmente, las aventuras del Capitán Dalmacia. Lo interesante de este cómic es, claro, su larga extensión temporal que nos permitió seguir al Capitán Dalmacia a través de diferentes momentos históricos del Imperio. No sería hasta el fracaso del Capitán para salvar al noble Francisco Fernando que el guionista no incluiría al pequeño Dalmacín, un gracioso niño soldado que acompañaría al Capitán y serviría de alivio cómico ante los duros momentos a los que se enfrentaba el país. Las aventuras de estos dos amigos continuarían hasta que ambos perecieran asesinados por el disparo de un obús en una trinchera, una decisión algo arriesgada por parte de un autor que ya había perdido completamente la cabeza tras ver a sus dos hijos morir en batalla.

Por último esta línea más infantil también podemos encontrar algunas obras de un carácter más ligero como, por ejemplo la Monarquía Dual contada para niños, en la que nos encontramos a unas versiones infantiles del príncipe Gorchakov y del conde Andrássy colaborando para dirigir el imperio. Algo alejada de la política, nos encontramos con otra graciosa obra infantil llamada Católico y Protestante van a dar el cante, en el que dos niños cristianos enseñaban a la población infantil austrohúngara a combatir con fuerza el islam.

Existen, por supuesto, muchas otras obras de gran interés, pero espero que estos ejemplos hayan sido suficiente para dejar bien clara la importancia de esta vertiente artística tan injustamente olvidada. Y solo por haber sido desarrollada en una época en la que aún predominaban los buenos valores tradicionales, como la familia y la religión; una época en la que los hombres eran hombres, las mujeres mujeres y en la que todavía nada estaba contaminado por la influencia del feminismo y esos estúpidos SJW, que solo quieren estropearlo todo.

¡Disfrutad y leed cómics!

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